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Cajamarca en la historia

 

La historia de Cajamarca tiene un lugar importante en la historia general del Perú, no sólo ha sido modelada por las mismas corrientes transformadoras de la conquista, siendo parte del proceso de formación y desarrollo de nuestra nacionalidad, sino que tiene su propia historicidad que se remonta a miles de años antes de la llegada de los españoles.

 

CAJAMARCA PREHISPÁNICA
Cumbemayo La primera huella de la presencia humana en Cajamarca ha sido tallada, grabada y pintada sobre piedra desde épocas muy tempranas. Augusto Cardich encontró en algunas cuevas y abrigos rocosos del “Complejo de Cumbemayo” evidencias del uso de instrumentos de piedra de hace aproximadamente 10,050 a.C.

Fernando Silva Santisteban, en su ensayo “Cajamarca en la Historia del Perú”, señala que los restos arquitectónicos encontrados si bien son poco espectaculares, revelan la existencia de una importante tradición cultural, con sus diferentes fases o períodos, con su propia lengua, religión y cerámica, que no estuvo exenta de influencias o interacciones con otras culturas regionales. Culminó con la formación de un Estado, el más importante de la Sierra Norte del Perú, que fue sometido por los incas en el siglo XV.

Los estudios arqueológicos realizados por los esposos franceses Reichlen (1947-1948) y por la expedición científica japonesa de la Universidad de Tokio, principalmente, (1979 y 1982) han permitido establecer la siguiente secuencia histórica:

•    Huacaloma Temprano (1,130 años a.C): A partir de los hallazgos arqueológicos en Huacaloma, se afirma que la parte media y baja del valle de Cajamarca estuvo habitada por grupos de agricultores hace más de mil años antes de Cristo, quienes también practicaban la recolección y la caza del venado y la vizcacha. Construían sus viviendas cerca de los ríos Chonta y Mashcón y se cree que practicaron algún tipo de culto en torno al fuego.

En esta etapa se construyó un conjunto de edificaciones cuyo carácter ceremonial se deduce por la ausencia de elementos utilitarios, y porque las paredes fueron hechas con grandes piedras labradas y revestidas con fino enlucido blanco, a diferencia de las casas de la gente común que tenían simples paredes de barro reforzadas con postes de madera.

•    Huacaloma Tardío (220 años a.C): Este período que se remonta hasta el segundo siglo antes de nuestra era, presenta cambios notables con respecto al anterior. Los conjuntos arquitectónicos han sido cubiertos con tierra amarilla y sobre ellos se levantaron otras estructuras (edificios y terrazas) unidas entre sí por escalinatas de piedra. Se han encontrado pinturas murales adornando las paredes realizadas hasta en seis colores, y piezas de cerámica decorada a las que se aplicó un barniz resinoso de color después de su cocción.

La agricultura fue la actividad económica principal, habiéndose hallado semillas de papa, maíz, quinua, y variedades de zapallos, chiclayos y calabazas. En el sitio de Iscoconga (Llacanora), a 15 Km. al sur de la ciudad de Cajamarca, existen evidencias del aprovechamiento intensivo de tres especies de animales, un roedor (probablemente cuy) y dos camélidos, que datan de aproximadamente 100 años a.C.

•    Lanzón (700 – 200 a.C): En el yacimiento de Layzón, en el Cerro Aysón, junto a la carretera a Cumbemayo, se han encontrado manifestaciones culturales bien definidas que datan entre 700 y 200 años a.C., con un estilo propio de cerámica, nuevos patrones en la construcción de las viviendas y domesticación masiva de llamas. La alfarería, a base de tierra de caolín, está decorada con diseños geométricos sencillos y pintada en negro y naranja sobre fondo blanco.

Para Silva Santisteban, la expansión de las técnicas agrícolas impulsó el desarrollo de un tipo de religión oficial controlada por un grupo de sacerdotes, ya que en el recinto ceremonial ubicado en la cima del cerro también hay edificaciones para uso residencial.    

•    Cajamarca Final (1,200 d.C): La última fase de desarrollo cultural autónomo de Cajamarca se inició hacia el año 1,200 de la era cristiana, observándose un aumento en el número y tamaño de los asentamientos humanos.

En este período se desarrolló el reino o señorío de Cuismanco, la más importante de todas las “naciones” prehispánicas de la sierra norte del Perú. Se extendió por los valles interandinos de los ríos Cajamarquino, Condebamba y Crisnejas, y las partes altas y medias de los ríos Jequetepeque, Saña y Chicama. Parece que también dominó o estableció una alianza con el poblado de Huamachuco, por las similitudes en la lengua, religión y vestimenta.

El centro principal del reino se ubicó en la actual ciudad de Cajamarca, donde los incas también asentaron la capital de la provincia. La lengua era el culle, y adoraban a un gran número de entidades sobrenaturales, siendo Catequil la divinidad principal, quien producía rayos y truenos con las hondas que llevaba en sus manos.

Los señores tenían muchas mujeres, pero la principal (nus) gozaba de autoridad y status social. A la gente común, en cambio, le era impuesta la monogamia, con un período prematrimonial previo (pantanaku). Al morir, el señor era enterrado con sus mujeres y tesoros con gran pompa.

La conquista del señorío de Cuismanco por los incas ocurrió alrededor de 1456, según Cieza de León, produciéndose la primera gran desarticulación social y cultural de Cajamarca. Pachacútec incorporó al incario la comarca después de cuatro meses de intensos combates e hizo de ella una huamaní (provincia) inca, el centro de redistribución de bienes más importante del norte del Imperio.

La huamaní de Cajamarca fue dividida en siete huarangas y cada una en pachacas. Los señores locales, convertidos en curacas, se mantuvieron al mando de sus pueblos con sus mismos privilegios, pero con nuevas responsabilidades frente al Estado Inca. Llegó a tener una población de tres mil habitantes, entre funcionarios, acllas, yanaconas, tejedores, orfebres, ceramistas, etc.; y edificios estatales, una gran plaza, un templo al Sol, una casa de mujeres escogidas (acllahuasi), numerosas viviendas cercadas y depósitos de alimentos y tejidos. Se impuso el quechua sobre el culli y siguieron adorándose las divinidades regionales, aunque subordinadas al culto solar.

CAJAMARCA EN LA CONQUISTA Y LA COLONIA
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Después de fundar San Miguel de Tangarará (Piura), el 15 de agosto de 1532, Francisco Pizarro partió con una expedición de doscientos hombres hacia Cajamarca. Su llegada a la provincia el 15 de noviembre de ese mismo año, coincidió con una prolongada guerra civil entre los hermanos Huáscar y Atahualpa que había debilitado el Tahuantinsuyo.

Al enterarse de que Atahualpa se hallaba en Pultumarca (actual Baños del Inca), Pizarro envió una delegación para concertar una reunión al día siguiente, mientras que preparaba una emboscada para capturarle. El Inca acudió a la cita la tarde del 16 de noviembre de 1532, ingresando a la plaza  con un séquito de más de tres mil quiteños.

Luego de que el fraile dominico Valverde le exhortó a que aceptara la religión cristiana y se sometiera a la autoridad del rey de España – gesto que Atahualpa respondió arrojando la Biblia al suelo – los soldados españoles arremetieron con sus caballos y armas de fuego contra los indios, dando fácil victoria. El Inca fue capturado y ofreció por su libertad una vez de oro y dos veces de plata el cuarto donde se hallaba preso, equivalente a 5,729.69 kilos de oro fino de 22 quilates y 11,041 kilos de plata pura. Meses más tarde Pizarro decidió acusar a Atahualpa por idolatría, fratricidio, poligamia, usurpación del trono, incesto e incumplimiento del rescate, condenándole a la muerte en la hoguera. Dicha pena le fue conmutada por la de garrote, al abrazar la fe católica antes de su ejecución el 26 de julio de 1533.

La ciudad quedó casi abandonada hasta 1565 en que se crea el corregimiento de Cajamarca y se ordena la primera reducción de indios, la cual fracasó. Pero en 1572 el enviado del virrey Toledo, Francisco Álvarez Cueto, logró concentrar la población indígena de 17 pueblos, surgiendo así las ciudades de Jesús, Asunción y Magdalena en la actual provincia de Cajamarca.

La mano de obra indígena y la instauración de la propiedad privada de las tierras crearon las condiciones para el establecimiento de los obrajes a mediados del siglo XVI. Estos centros textiles produjeron distintas calidades de frazadas, paños y bayetas de lana de ovino, tanto para el mercado local y regional como para los mercados de Ecuador, Panamá y España.

En el siglo XVIII la villa de Cajamarca llegó a la cima de su desarrollo económico, generado por la actividad agropecuaria, textil obrajera y minera. La producción agropecuaria y textil impulsó el establecimiento de los corredores económicos de Cajamarca-Zaña-Trujillo, Cajamarca-Chachapoyas y Cajamarca-Quito. Y con el descubrimiento de las minas de plata de Hualgayoc en 1773 la economía local se dinamizó aún más, constituyéndose como las principales productoras de plata del Virreinato del Perú, tras la crisis de las minas de Santa Bárbara (Huancavelica) y Potosí (Alto Perú).

Durante este siglo se construyeron las iglesias de estilo barroco mestizo de San Francisco, Belén, la Catedral, la Recoleta y las Monjas, que fueron abastecidas de fina textilería, platería y carpintería de los talleres artesanales cajamarquinos, instalados desde fines del siglo XVI con el apoyo de las misiones eclesiásticas.

CAJAMARCA EN LA INDEPENDENCIA Y LA REPUBLICA 2
Mientras que el ejército de San Martín ganaba posiciones en el norte de Lima (Huaura), la ciudad de Cajamarca juraba su independencia el 6 de enero de 1821, plegándose al movimiento libertario impulsado en Trujillo por el intendente Torre Tagle, y eligiéndose a Antonio Rodríguez de Mendoza como primera autoridad política. San Pablo hacía lo propio el 7 de enero, Hualgayoc el 8 de enero, Chota el 9 de enero y  Jaén el 4 de junio de ese año.

Cajamarca contribuyó con diversos recursos a la causa emancipadora. Bolívar recogió de Cajabamba, Cajamarca y San Marcos en diciembre de 1823, la plata de los templos, ganado vacuno, ropa, herraduras, caballos, mulas y dinero; y un contingente de soldados que participó en la batalla de Ayacucho. Después de la independencia, se involucró en la lucha entre caudillos, y sufrió multas y sanciones políticas por apoyar la Confederación Perú-Boliviana.

Logra la categoría de departamento con las provincias de Cajamarca, Cajabamba, Chota y Jaén, mediante Decreto promulgado por Ramón Castilla el 11 de febrero de 1855, después del movimiento popular iniciado el 3 de enero de 1854, el cual fue gestado en las aulas del Colegio Central de Artes y Ciencias (actual Ramón Castilla). En dicho centro de estudios también se formó el contingente de jóvenes que enfrentó con éxito a las fuerzas chilenas en la batalla de San Pablo el 13 de julio de 1882, al lado del general Miguel Iglesias.

En las primeras décadas del siglo XX, Cajamarca estableció vínculos con las haciendas azucareras de la costa norte peruana, proporcionando mano de obra a través del sistema de enganche, y ganado ovino y vacuno. La creciente demanda de carnes rojas y granos de los latifundios azucareros reactivó el corredor transversal Costa norte- Cajamarca, y dio inicio en 1924 a la construcción de la carretera Pacasmayo-Chilete-Cajamarca, bajo la ley de conscripción vial obligatoria impulsada por el presidente Leguía.

El éxito económico de la familia Iglesias, tras instalar un moderno establo lechero en la hacienda La Colpa, impulsó el desarrollo de la ganadería lechera en la región a partir de 1930, que se extendió progresivamente desde el valle hasta la jalca. El desarrollo económico que se perfilaba en la provincia, se truncó con la reforma agraria implementada por el gobierno de Velasco Alvarado durante la década del setenta del pasado siglo, que expropió las mejores haciendas ganaderas e instaló cooperativas agrarias de producción. La Granja Porcón es el único caso de éxito cooperativo en la provincia.

Dicha década fue testigo del nacimiento de las rondas campesinas en la estancia de Cuyumalca – Chota, bajo el impulso de Régulo Oblitas Herrera, que surgieron el 29 de diciembre de 1976 para hacer frente al abigeato y los asaltos en los caseríos y anexos rurales. En los ochenta frenaron el avance de Sendero Luminoso en las provincias de Cajamarca y San Marcos.

En la actualidad, la dinámica económica de la provincia cajamarquina ha tomado un nuevo giro con la explotación de sus recursos mineros a partir de los noventa. La actividad minera ha traído a la región ingentes recursos del canon, pero también ha puesto en la agenda política el tema de la contaminación ambiental, la depredación de los recursos naturales y la violencia urbana generada por el crecimiento explosivo de la ciudad.

 

1 Extraído del “Estudio de Línea de Base de la Provincia de Cajamarca”, realizado por SASE (Seguimiento, Análisis y Evaluación para el Desarrollo) por encargo de la Asociación para el Desarrollo Rural de Cajamarca.
2 Basado en el volumen 11 del “Atlas Regional del Perú: imagen geográfica, estadística, histórica y cultural" .

 

 
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